Cafetera espresso manual o automática: ¿cuál es mejor?

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Descripción

Las cafeteras espresso son las más utilizadas en las cafeterías por su eficacia y calidad
Para los apasionados del café, elegir la mejor cafetera es esencial. Dentro de las que se usan en casa, las cafeteras exprés o espresso destacan entre el resto, más parecidas a las que emplean los profesionales en las cafeterías. Pero cabe preguntarse qué tipo es mejor, si una cafetera manual o automática. Este tipo de cafeteras exprés o espresso son las más utilizadas en las cafeterías por su capacidad de calentar el agua a una temperatura de 90 ºC y enviarla a presión a través del filtro, lo que permite extraer con mucha eficacia las sustancias que le confieren al café su aroma y sabor característicos. Sin embargo, podemos encontrar otro tipo de cafeteras en función de sus características y el tipo de café que preparan. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señala tres modelos: las cafeteras italianas, de émbolo y de filtro o de goteo. Todas tienen en común que calientan el agua, pero no elevan la presión, por lo que el café resultante es menos intenso y aromático. Cafeteras italianas: tienen un cuerpo inferior metálico donde se pone el agua y otro superior, que va atornillado al de abajo. Entre ambos, hay un filtro donde se añade el café molido con un tubo que los conecta. Preparan un café con cuerpo e intensidad media o alta. Normalmente, se calientan sobre la placa de cocina, aunque algunos modelos llevan una resistencia eléctrica incorporada. Según su tamaño, pueden preparar 2, 4, 6 o 12 tazas. Cafeteras de émbolo: se trata de un recipiente donde se deposita el café junto con el agua caliente. Al oprimir el émbolo, se ejerce presión sobre el café para que suelte sus compuestos aromáticos. El café que se obtiene suele tener una concentración media. Cafeteras de filtro o de goteo: también son conocidas como cafeteras americanas o melita. Llevan un depósito de agua calentada por una resistencia eléctrica. El agua caliente gotea sobre un filtro (papel, metal o plástico) y el café va cayendo en una jarra. Pueden preparar tantas tazas a la vez como quepan en la jarra. Producen un café poco concentrado, que se sirve habitualmente en tazas tipo mug: es el típico café americano. Cafeteras espresso: manuales, automáticas o de cápsulas Si lo que nos interesa es una cafetera espresso, OCU (@consumidores) recuerda que este tipo de cafeteras son siempre eléctricas y normalmente los modelos domésticos no pueden preparar más de dos tazas cada vez. Dentro de las cafeteras espresso se distinguen tres tipos, que se diferencian en cómo se añade en ellas el café: Cafeteras de cápsulas: la preparación es muy rápida y limpia, ya que el café viene ya preparado dentro de una cápusla monodosis de aluminio o plástico, y no hay peligro de que se te caiga el café al ponerlo en la cazoleta. Su principal inconveniente es la cantidad de residuos que producen, aunque algunas marcas están poniendo en marcha sistemas de reciclado. Cafeteras exprés manuales: el café se añade ya molido previamente y depositarlo en una cazoleta, donde lo debes compactar para que la preparación sea correcta. Algunos modelos pueden utilizar también café envasado en filtros monodosis. La ventaja de estas cafeteras es que se pueden preparar bebidas con leche gracias a que muchas de ellas incorporan un sistema de vapor que produce una mezcla de aire y leche para conseguir una espuma de leche cremosa, con la que puedes preparar un delicioso capuccino. Suelen costar entre 30 y 300 euros. Cafeteras exprés o espresso automáticas: son las cafeteras más completas del mercado porque muelen al momento los granos de café. La máquina se encarga de todo de forma automática, desde el molido del grano hasta la elaboración del café. Son caras, pues su precio suele partir de unos 300 euros. Teniendo esto en cuenta, ¿qué es mejor una espresso manual o automática? OCU explica que las cafeteras espresso automáticas están pensadas para los muy cafeteros, es decir, para aquellos que pueden apreciar el aroma y sabor del café recién molido, sino no merecerá la pena el gasto que supone.